La
cola que se usa en luthería, y en la ebanistería y carpintería de
calidad, está hecha a partir de proteínas extraídas de restos
orgánicos (piel y huesos de animales, para ser exactos), y tiene la
propiedad de hacer muy buenas, fuertes, elásticas y duraderas
uniones. Si bien hoy en día disponemos en el mercado de colas
sintéticas que gozan de características muy similares, y que por
tanto también utilizamos en ciertas partes del instrumento, las
colas orgánicas permiten deshacer las uniones con relativa facilidad (y subrayo lo de "relativa") agregando humedad, en cualquier momento del futuro, cualidad
importantísima si se pretende que el instrumento (o mueble) en
cuestión pueda someterse a restauraciones sin el riesgo de sufrir
graves fracturas al intentar separar sus piezas encoladas. Por
contra, esto hace a los instrumentos algo más delicados en su
mantenimiento, al ser la humedad ambiental un factor que, en caso de
ser extremadamente alta, puede hacer que determinadas piezas más expuestas se despeguen. Sin embargo, cuando pensamos en
construir un nuevo instrumento, en luthería no rigen (aun) las leyes
de “obsolescencia programada”, por lo que siempre pensamos que el
instrumento que hoy entregamos a un cliente probablemente sirva a
varias generaciones de músicos, dando servicio el mayor tiempo
posible. Así que durante la construcción, los materiales y métodos
se seleccionan pensando en este criterio de durabilidad,
y aun cuando haga al instrumento precisar de alguna pequeña
intervención ocasional de encolado si este se enfrenta a condiciones de alta humedad ambiental,
a largo plazo el instrumento gozará de una mejor salud gracias
al uso de estas colas de carácter reversible, toda vez que siempre
que precise, al cabo de los años, de intervenciones importantes, el
restaurador verá facilitada su labor.
De
cualquier modo, este primer inconveniente que a priori presenta el
uso de cola animal o cola orgánica, su sensibilidad a la humedad, no
es tal si tenemos en cuenta que la propia madera de que están hechos
los instrumentos es también muy sensible a la humedad, así que,
independientemente de la cola que usemos, estos deberán protegerse
bien ante exposiciones a un alto grado de humedad relativa del aire,
y ante cambios repentinos de esta.
El
segundo inconveniente al que nos enfrentamos con el uso de cola
animal no repercute tanto en el instrumento en sí como en su uso por
el luthier, y es que estas colas deben prepararse, a partir de
gránulos, pastillas o polvo (según los fabricantes) sólidos,
mezclándolos con cierta proporción (hasta el 50%) de agua, que se
calienta, justo antes de usarse. El tarro en el que se prepara, de
cerámica o cristal, debe sumergirse en un baño maría para que la
cola se disuelva en el agua totalmente. Es importante no superar
temperaturas en torno a los 60-70ºC, según el tipo de cola, para
evitar que las proteínas que componen la cola se desnaturalicen y
pierda sus propiedades adhesivas. Existen en el mercado varios modelos de baño especial para la cola, con una lamparilla de alcohol o una resistencia eléctrica para calentar y controlar la temperatura, pero son caros, y un luthier amigo me reveló un truco para preparar pequeñas cantidades como las que yo necesito: usar un barato pero eficaz calentador de biberones.
El de la imagen, el que yo uso heredado de mis sobrinas (gracias Ana y Paula), tiene un termostato que me permite alcanzar hasta 70ºC y mantener la temperatura estable, y yo le he incorporado un tarro de cristal grueso de conservas. No se si durará tanto como los "oficiales", pero de momento va para tres años funcionando perfectamente.
La cola así preparada tendrá una
fluidez y consistencia parecida a la de la miel tibia, y debe
distribuirse con mucha rapidez por la superficie a encolar. Las
fijaciones que usemos para mantener la unión de las piezas durante
el secado de la cola deben colocarse con precisión y rapidez, dado
que al enfriar la cola pierde su fluidez, gelificando y solidificando
en cuestión de segundos. La operación se dificulta aun más en los
meses fríos del año, ya que la cola, apenas entra en contacto con
la madera, empieza a enfriarse debido tanto a la temperatura ambiente
como a la de la propia madera. Se hace imperativo pues, en esta
situación, el uso de calefacción adecuada en el taller, e incluso
echar mano, con mucha precaución, de un secador de pelo u otro
método similar con el que calentar discretamente las piezas a unir,
evitando así que el choque térmico entre la cola a unos 60ºC y la
madera a temperatura ambiente haga que la primera endurezca antes de
poder incluso colocar las piezas en su lugar. Todas estas
complicaciones son el verdadero inconveniente del uso de la cola
animal, y las que hacen que muchos artesanos se decanten por el uso
de colas sintéticas en ciertas partes menos importantes de los
instrumentos.
Con
todo, yo suelo hacer un “ensayo” del encolado en seco, sin
aplicar la cola, sobre todo al encolar la tapa de un instrumento,
para asegurarme de que todos los gatos y fijaciones que usaré están
a la medida adecuada y poder trabajar rápidamente en el encolado
definitivo.
Si todo ha ido bien, las fijaciones podrán retirarse al cabo de unos 10-15 minutos, aunque las piezas encoladas no deberán someterse a tensiones en las siguientes 24 horas, así que es preferible dejar las fijaciones hasta pasado este tiempo. Después de esto las partes encoladas quedarán perfectamente adheridas, con la seguridad de que la unión será estable y duradera. En el futuro, el luthier que tenga que intervenir nuestro instrumento agradecerá las molestias tomadas, y el instrumento sufrirá menos daños en la intervención, alargando su vida.
Si todo ha ido bien, las fijaciones podrán retirarse al cabo de unos 10-15 minutos, aunque las piezas encoladas no deberán someterse a tensiones en las siguientes 24 horas, así que es preferible dejar las fijaciones hasta pasado este tiempo. Después de esto las partes encoladas quedarán perfectamente adheridas, con la seguridad de que la unión será estable y duradera. En el futuro, el luthier que tenga que intervenir nuestro instrumento agradecerá las molestias tomadas, y el instrumento sufrirá menos daños en la intervención, alargando su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario